Desde la primera domesticación de los caballos, hace ya muchísimos años, se observó que tenían la necesidad de calzar algo porque no trabajaban muy bien. Nuestros antepasados descubrieron que necesitaban unos zapatos para proporcionarles protección adicional ante los peligros de la naturaleza. En Asia, se descubrieron los primeros tipos de herraduras, que eran diseñadas con piel y su principal uso era terapéutico y para protección. La herradura con clavos fue diseñada más tarde.
Ha sido difícil encontrar cuando fueron inventadas las herraduras, ya que ninguno de los libros de caballos más importantes de aquella época hablan de éstas. Por ejemplo, el Digesta Artis Veterinariae, escrito por Vegetius Renatus, habla extensamente sobre el caballo y todos sus componentes, pero no menciona en ninguna parte las herraduras. Las primeras referencias literarias de las herraduras son el 632 a.C, en un libro llamado Kóran.
Unas de las razones de que no se haya podido encontrar ningún resto de herradura en los caballos es que antes el hierro era muy valorado y caro, y cuando se tenía que cambiar de un caballo normalmente se utilizaba en otras tareas.
Gracias a expediciones arqueológicas realizadas en el Reino Unido, se ha demostrado que los romanos fueron la primera civilización en utilizar las herraduras.
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